Hacer versos / Componer trovas en México


Una mirada a la definición de: Hacer versos / Componer trovas en México

La llamada canción de protesta surgió con la aparición en Cuba, en la década de los sesenta de maestros como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Santiago Feliú, Noel Nicola, entre otros, con un movimiento que llamaron nueva trova tomando en sus canciones temas como el amor, el compromiso social, o como en el caso de Silvio, lo que los críticos han denominado una canción revolucionaria, misma que llevaron a otros países como México y Argentina. Dicho movimiento, gozó de gran popularidad entre algunos estudiantes de la clase media, especialmente entre alumnos del campo de las humanidades inscritos es instituciones públicas. Como menciona la doctora Cristina Rivera Garza en uno de sus artículos publicados en la sección Mano Oblicua del periódico mexicano Milenio: “Era casi una ecuación: un joven que exigía lo imposible escuchaba, se diría que casi intrínsecamente, canciones de la trova cubana. Sentimentalismo unplugged. Ya en peñas oscuras o a través de long plays que iban de mano en mano o en cintas magnéticas a las que se les llamaba casetes, gran parte de la educación sentimental de esos jóvenes iracundos se llevaba a cabo junto a cantautores de una masculinidad muy femenina que, además, portaban su guitarra con una delicadeza puntual. No sería del todo impreciso decir que, desde que el corto siglo XX terminó arrumbado bajo los escombros de un muro que había separado lo que en aquellos años se denominaba el primer mundo y el segundo, y especialmente desde que emergió con gran fuerza el así llamado rock en español, los devotos de la canción de protesta o disminuyeron en números reales o se acostumbraron a llevar con bien intencionada discreción su peculiar gusto musical.”

Bajo este contexto surgió la influencia de este género musical hacia quienes abrieron el debate a lo que unos lo definen como “trova mexicana contemporánea”, la “nueva canción mexicana” o simplemente para no entrar en polémica, “canto nuevo”. Una guitarra que acompaña la letra de una canción compuesta a partir de una experiencia, una vivencia o una inquietud que otros han agregado, dejándolo así, de una u otra manera musicalmente impreso.

Durante los años setenta, existen en México jóvenes que se abrían espacio en los camiones para cantar sus utopías de justicia, libertad, e igualdad. Aunado a la influencia de la trova cubana se suman la influencia de los Beatles y el folk de Dylan. Es así como surgieron estilos irónicos muy a la mexicana que espantaban a los pasajeros del autobús. No había vocablos náhuatl para llamarlos, eran Los Nacos, era el guacarock de Botellita de Jerez, era el poeta del nopal Rockdrigo González, Jaime López era el “hombre de wallstreet a quién se le hizo crack el corazón”.

La lista de algunos nombres invoca a muchos contemporáneos: Marcial Alejandro, Pancho Madrigal, Gabino Palomares, Jesús Echevarría, Pepe Lorza, Roberto Gonzáles, David Haro, Jaime López, Gustavo López, Armando Rosas, Gerardo Peña, Carlos Arellano, Daniel Tuchman, Rafael Mendoza, Víctor Martínez, David Sorais, Jorge y Buenfil. Sus estilos son muy variados mezclando el jazz, el blues y el huapango, con rock, folclor latino con corrido norteño, rumba con bolero, jazz con danzón.

A últimas fechas destacan cantautores como Fernando Delgadillo, Alejandro Filio, el dueto de Mexicanto, que poco a poco se van sumando nombres como el de Oscar Chávez, que navegaba ya por los mares de la balada y los boleros, o los hermanos Lavaniegos, hasta llegar al buen número de cantautores que existe en la actualidad e incluso, algunos dicen no interpretar la trova como tal si no que, simplemente es “canción de autor”.

Si nos remitimos al concepto de lo que eran los trovadores inicialmente hace siglos, sabemos de antemano que eran los juglares que transmitían las noticias de un lugar a otro, acompañando sus palabras con el sonido de instrumentos musicales de la época.

Como sea, un género tradicional o reinventado, hoy en día existe un buen número de cantautores independientes que además de su propuesta, buscan y no, abrir un mercado dentro de una sociedad que está casi acaparada por géneros musicales como el llamado pop, el rock y/o la banda, tan distintos como de amplia demanda.

En los comienzos de un nuevo siglo, la tradición de cantar el sentir popular se mantiene muy a pesar del gusto de los productores discográficos. La marginación en la difusión de sus materiales y la renovación de estilos son exigencias cotidianas.

Y esto pasa, hay que decirlo, no sólo en el Distrito Federal sino en el resto del país, dónde han surgido desde hace ya una decada o un poco más a la fecha, foros para esta canción de autor, las llamadas peñas que, no son otra cosa que cafeterías con un buen número de asientos para apreciar esta música aunque no de manera masiva como las presentaciones magnas presenciadas por quien va a un concierto de cualquier artista de pop o rock.

Georgina Hidalgo Vivas, destaca en su artículo “Trova: Tradición ancestral muy a la mexicana” la vigencia de la trova mexicana en épocas de bachata, electro-pop y reggaeton: “Llamada también canción contemporánea, canto nuevo, canción social, canción rupestre o canción de protesta, la trova sobrevive hasta nuestros días como el movimiento musical responsable de preservar la historia de nuestro pueblo, sus glorias, mitos y leyendas.”

Con cinco siglos resistiendo a la pulverización de los ideales nacionales, los trovadores mexicanos dan voz a la cultura popular, escriben la historia con notas musicales, abriendo camino al trovar, verbo transitivo que se define en el diccionario de la Real Academia Española como: “Imitar una composición métrica, aplicándola a otro asunto. Hacer versos. Componer trovas.” Y aún y con lo que me arriesgo, me osó a establecer la teoría de que hay diferencias significativas entre imitar, hacer versos y sobre todo entre componer trovas y trovar.

El verbo imitar (con todo y su connotación musical) queda fuera del alcance de este escrito. Puesto que si no imitamos no sobrevivimos. Es el instinto que nos salva. Si no se imita o se mejora lo establecido el punto en cuestión se reemplaza, en cambio, si se imita, puede que se emprenda una nueva forma, una relevante tendencia. De hecho, ni el más estricto control de calidad, puede garantizar que el producto imitado será el mismo, encontraría las similitudes e incluso se podría establecer una corriente musical.

Así es como se generan los géneros musicales, imitando. Cuando los Beatles usaron nuevos sonidos como el del instrumento musical electro-mecánico polifónico mejor conocido como Melotrón, fue usado por otras bandas como The Zombies, The Moody Blues y The Rolling Stones en la década de los sesenta (1960). En los setenta (1970) se hizo común su uso entre bandas de rock progresivo, como Genesis, King Crimson y Yes, también fue utilizado asiduamente por Led Zeppelin en “The Rain song”, “Kashmir” y solamente la version en vivo de “Stairway to Heaven”.

El trovador mexicano contemporáneo nació imitando. Creció creando y sigue innovando. La situación del songwriter mexicano muy a pesar de lo que se piensa, tiene un mercado que poco a poco, a base del esfuerzo de muchos, se ha ido consolidando. El escenario bajo el que se llevan a cabo sus presentaciones es cuna de talentos como el caso de Edgar Oceransky, Gustavo Lastra y Miguel Inzunza que, teniendo oportunidades con disqueras de alto prestigio, han preferido defender su estilo y así, destacar.

“…cuando todo lo habido y por haber transcurre con gran lentitud frente a los ojos perdidos de los últimos invitados, cuando la plática se ha transformado ya en un puro embate de susurros y los heridos de pre-guerra se relajan sobre alfombras más bien mullidas, no falta quien se apodere del aparato de sonido y, sin pena alguna, sin consultar a nadie, siguiendo impulsos de franca estirpe dictatorial, empiece a tocar uno tras otro los discos de Silvio Rodríguez. Se trata, claro está, del Gran Momento Kitsch de la velada. Es la hora en que los nacidos hacia el último cuarto del siglo XX se miran de reojo y, cediendo a impulsos tan indescriptibles como consabidos, empiezan a tararear primero y a entonar después las letras que se saben de memoria. Es el momento en que cae en pedazos la coraza de lo cool y se relaja un poco el estudiado distanciamiento del cínico y se muestra, como se dice, el cobre.”

Cristina Rivera Garza

 

 

Desde Nueva York

Marthita Cisnero a.k.a La wine diva


Artículo de la Dra. Cristina Rivera Garza: Sueñame Pues cataclismo. en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura. http://www.milenio.com/villahermosa/milenio/firma.php?id=407179
Artículo de Georgina Hidalgo “Trova: Tradición Ancestral Muy a la Mexicana”. La canción como memoria histórica del pueblo para la CNCA. http://www.cnca.gob.mx/cnca/nuevo/2001/diarias/ago/010801/trova.html

 

Publicado en ZonaAcustica.com http://zonaacustica.com/mx/hacer-versos-componer-trovas-en-mexico/

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