La pista de la nostalgia – #microrelato 2 de 10


En una carretera imponente donde imagino habrán desfilado muchos autos en el último siglo, se encuentra una oda a la ciudad, una imponente llanta de semejante altitud y de considerable profundidad. Vas manejando sobre la nostalgia y la adrenalina te atrapa y te consume en un suspiro congelante de aire trágico, maleable y triunfante, paradójico. La veo y me viene a la mente tantos pensamientos incontrolables sobre el ayer y el ahora consecuencia de lo que ha pasado con todos los imperios desde el Romano, el Griego, el Bizantino, todos han nacido, establecido y han evolucionado para decaer y desaparecer. Así el imperio automovilístico que Henry Ford construyó en esta ciudad de Detroit se ha desvanecido llevando a esta ciudad a la ruina marcando con fuertes cicatrices a esta ciudad llena de gente resignada o soñadora que busca en los recovecos de las calles deshabitadas una posibilidad.

Desconozco como fue que se inventó la llanta o desde cuando existe. No soy mecánica para saber cómo funciona ni con cuanta resistencia cuenta, mucho menos se de que material esta echa.  A mis 30 años, todavía no sé cómo cambiar la llanta del carro que me heredo mi abuelo que falleció a los 90 hoy hace un año. Manejarlo me llena de nostalgia y de esperanza a la vez, porque es mi primer carro pero fue el último carro del  abuelo al que admire por su valentía de cruzar la frontera para comprarse precisamente un carro. Como la mayoría de los que cruzan el río grande ya no se pudo regresar. Dejo que la frontera lo cruzara y no solo compro un carro, si no más de 6 durante su existencia.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.